Autor: Úrsula Apaza MedinaUn antiguo proverbio japonés dice: “La calamidad natural aparece cuando uno se olvida de la naturaleza”. Palabras que llaman la atención debido a que deja entrever que una catástrofe natural no interpela a la ira de algún dios o a un destino trágico del ser humano, sino simplemente a un descuido del hombre. El domingo 31 de Mayo de 1970 marcó una fecha que jamás será olvidada en la historia del Perú. A partir de las 3 horas, 23 minutos y 28 segundos comenzaron a sentirse fuertes vibraciones del suelo que alertaron a todos, como amenazante signo de muerte. Se iniciaba un catastrófico y destructivo movimiento sísmico en la costa de Ancash. A lo largo de sus 45 segundos de duración generó y causó elevadas pérdidas humanas y cuantiosos daños materiales. A esta gigantesca desgracia se sumó el terrible aluvión, causado por el desprendimiento de un bloque de nieve y hielo del pico oriental del nevado Huascarán, que junto con grandes pedazos de roca, enterraron y desaparecieron a los pueblos de Yungay y Ranrahirca ubicados en el callejón de Huaylas. En conmemoración a aquellas víctimas, el Ministerio de Educación, en el año 1993, instituyó esta fecha como el “Día Nacional de la reflexión sobre los desastres naturales”, con la finalidad de promover la reflexión ciudadana sobre la responsabilidad individual y colectiva en la prevención de desastres. Estas catástrofes que sabemos que no serán las últimas, nos permiten afirmar que aún carecemos de actitud, de voluntad para asumir nuestra realidad geográfica, el Perú es un país sísmico y por tanto situaciones como ésta podemos vivirla en cualquier momento. La pregunta es, ¿por qué los peruanos no prevenimos?.En estos últimos años se evidencia que el crecimiento de poblacional es desordenado, caótico y acelerado, se habitan zona de peligro constante y debemos estar preparados para cualquier tipo de catástrofes. La experiencia vivida nos demostró que uno de los factores que ocasiona más pérdidas humanas ante los desastres es la escasa educación personal y colectiva sobre el comportamiento que debemos seguir antes, durante y después de los mismos.Ser precavidos, por tanto, es una actitud que debemos fomentar y asumir, el sufrimiento que ocasionan los terremotos y otras inclemencias ante la falta de previsión nos debe convencer de impulsar acciones preventivas a todo nivel.
REFERENCIAS
Hermoza Conde, Manuel. Sismo del 31 de Mayo de 1970, Ancash – PerúVillar Ezcurra, Alicia. El sufrimiento y las catástrofes naturales: una reflexión filosóficaArauz Muño, Jeannette. Reflexiones sobre la educación de la prevención del riesgo a desastres
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